Los Colores de la Vida

Vivo en la selva amazónica, como tú en la gran ciudad.
Tú vas al supermercado y regresas a casa con comida y a veces con una mascota para tu hijo. Yo salgo a la selva a buscar mi comida, que está por todas partes; y a veces regreso a casa con un mono o un papagayo para que juegue con mis hijos.
En los campos, tus hermanos rezan a San Isidro para que no llueva, nosotros a Nunkui, la madre de las plantas cultivadas.
Te he visto sentado junto a tu hijo, enseñándole las cosas de la vida. Yo hago lo mismo, pero muy de mañana, y te aseguro que a mis hijos les encanta oír las historias de mi pueblo.
Y cuando tú vas al mar a bañarte y gozar del sol, yo me voy al ancho río Upano, que para mí es como el mar.
Y cuando te enfermas, el doctor te cura matando los microbios con remedios. En mi pueblo, el schamán los mata con flechas que nadie ve.

O sea, que hacemos lo mismo, pero de manera diferente. Es como si la vida fuera en todas partes la misma, sólo de diferente color. Y por ello, quisiera conocerte más, valorar lo que haces, lo que amas y construyes. Ojalá un día vengas a mi casa, y te sientes en mi banco y me cuentes de ti, hasta que el sol se hunda detrás de las palmeras de mi selva...

III Semana de la Cooperación- UAB

¿Quina relació hi ha entre el consum dels països del Nord i la pobresa als països del Sud?


La relación entre el consumo de los países del norte y la pobreza en los países del sur es causal en la medida en que el consumo de los países del norte, debido a sus características, impone unas condiciones de producción en los países del sur que dan lugar a situaciones de pobreza creciente. Se trata en definitiva, de la prolongación del colonialismo, que ha generado nuevas formas de dominio.


En este sentido, el consumo de los países del Norte tolera todas las situaciones que sean necesarias para abastecerse… y las necesidades son infinitas debido a que el modelo de consumo se alimenta de la renovación continua y perpetua de los deseos del consumidor. El modelo de crecimiento de los países ricos implica una sobreexplotación de la naturaleza y las personas: es principalmente por esa razón que existe una relación estrecha entre consumo y producción, aunque a veces olvidemos que lo que consumimos alguien lo produce.


Se podría decir que hasta lo mencionado se trata de una relación aritmética o económica. Pero hay vínculos más profundos. La sociedad de consumo también destruye el último tesoro o hilo de esperanza que les queda a muchos países del sur: el fuerte tejido social comunitario. El consumo de los países del Norte insulta a los que no pueden ser consumidores ofreciéndoles (por las vías de gran difusión, como la televisión) lo que les niega de hecho. Mientras la publicidad obliga a consumir, las condiciones de facto lo impiden; fácilmente esto desemboca en la delincuencia y en diversas situaciones de riesgo de exclusión social. En definitiva, la sociedad de consumo y concretamente el consumo de los países del Norte, impone en el Sur una dictadura más cruel e injusta que las que inventan (apurándose a condenar) a menudo los medios de comunicación del Norte, y funciona análogamente a la organización desigual del mundo, que se perpetúa día a día, minuto a minuto.


Siguiendo este mismo razonamiento podemos deducir que al modelo de consumo están asociados unos referentes, unos valores: sólo por la vía del tener se puede ser, con lo que la cultura de consumo de los países del norte también empobrece la diversidad intrínseca a la vida humana con mecanismos cada vez más sofisticados de homogeneización que se introducen en todos los rincones de nuestra vida. La igualación cultural (empobrecimiento de la vida humana) es consecuencia directa de los moldes y patrones de consumo que el Norte impone.


Pero volviendo a la aritmética: el modelo de consumo está asociado a un modelo de producción que cada vez necesita vender más y pagar menos. Esto significa que los brazos y materias primas que los países del Norte extraen del Sur son cada vez más baratos, porque se ha impuesto en esa dirección desde las políticas económicas hasta las tendencias de consumo, la servidumbre más absoluta.


Breu explicació d'un del temes del curs: comerç internacional, comerç just, drets laborals en països del Sud, sobirania alimentària, banca ètica, grans superficies, publicitat i societat de consum...


El comercio internacional: Si hablamos de comercio internacional, debemos partir del análisis de las condiciones en las que tiene lugar. Y cuando queremos establecer unas pautas de consumo responsable este análisis resulta inaplazable, ya que el elemento previo al consumo es el comercio y ha sido siempre así, se trata de algo connatural a la sociabilidad del ser humano.


Las condiciones de desigualdad en las que se inscribe el funcionamiento del comercio internacional son indiscutibles y constituyen una herencia de imposiciones históricas fruto de invasiones sistemáticas e implantaciones de modelos culturales y económicos, que se renuevan en los organismos internacionales contemporáneos.


Tal es el caso de la OMC (Organización Mundial del Comercio), un organismo multilateral que vela por las normas que regulan el comercio internacional. Según la "biblia económica", su objetivo es "que las corrientes comerciales circulen con la máxima libertad posible". Es decir, construir un sistema de libre comercio mundial en mercaderías, servicios y conocimiento. En definitiva, es una organización para liberalizar el comercio. Quien se deje engatusar por los cantos de libertad y no vea aquí una carga ideológica se equivoca: se trata de la organización más antidemocrática que se pueda imaginar, que trabaja para la imposición efectiva de la tendencia neoliberal en los mercados internacionales. De hecho, para ser miembro de la OMC (es decir, para existir como país en los flujos del comercio internacional) los países están obligados a adaptar su política comercial a las normas que han decidido los países miembros de este organismo, en las reuniones ministeriales donde sólo participan los países ricos. A la práctica, esto significa que sólo pueden establecer sanciones los países que tienen capacidad geopolítica de hacerlo, es decir, Estados Unidos y la Unión Europea. Además, los cargos en la OMC funcionan de acuerdo a lo que se llama "Puertas giratorias". Esto significa que funcionarios de la OMC pasan al sector privado (directivos de Nestlé o British Petrolium, por ejemplo) y directivos de multinacionales pasan a ocupar cargos de la OMC. Podemos entender fácilmente pues, que las acciones del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) son contrarrestadas por las acciones de la OMC. Así es como funciona el organismo que regula el comercio internacional y por lo tanto, así funciona el comercio internacional, que dicho sea de paso, está regido por una institución que desde su creación atenta contra la carta fundacional de las Naciones Unidas: la OMC fue creada fuera del sistema por los países más poderosos, cuando en la carta de la ONU dice claramente que no puede haber ninguna institución global fuera.


Y nosotros, ¿qué contacto tenemos con el comercio internacional? Es donde más globalizados nos sentimos. Todas las acciones cotidianas nos conectan con el trabajo que tiene lugar a miles de quilómetros de distancia; es pues, algo palpable. Y lo es cada vez más, en una sociedad en la que como consumidores somos cada vez más sofisticados, en el sentido de que nos gustan los productos específicos, no genéricos.


Cabe recordar que el comercio per se no es algo malo ni bueno. Para entrar en valoraciones antes debemos preguntarnos cómo se establece el precio. Los fundamentos del comercio nos dicen que éste es fruto de la negociación, hasta llegar al punto de equilibrio en el que las dos partes están de acuerdo. Sin embargo, esta negociación tan comprensible y aceptada teóricamente es la excepción en la práctica. La situación corriente es la siguiente: el que tiene fuerza negociadora fija el precio tanto de compra como de venta y extrae los beneficios que se propone. Precisamente esto es lo que sucede cuando observamos que los productos que venden los países pobres tienden a la baja y los que compran tienden al alza. Es decir que los países ricos compran cada vez más barato y venden cada vez más caro. Y en esta relación hay que incluir el paso del proteccionismo (aduanas altas) al librecambio (lo que nos devuelve a la política de la OMC, quien ejecuta este paso), que conviene a los países industrializados pero no a los países en vías de industrialización que necesitan una etapa proteccionista. De hecho, todos los paises ricos la han tenido y es gracias a este proteccionismo que pudieron desarrollar una industria competitiva. Pero aún así siguen practicando -cuando les conviene- el mismo proteccionismo que condenan, como en el caso de la agricultura europea.


Podemos concluir pues, que el comercio internacional es eminentemente empobrecedor y quienes extraen el beneficio de esto son las empresas intermediarias (Nestlé, Philip Morris, Starbucks, etc.).


Reflexió personal: què és per a tu el consum responsable?


Estamos entrenados desde pequeños para el consumo y la fugacidad. El primer paso hacia un consumo responsable ha de neutralizar y revertir esta dinámica. Es decir, debemos consumir menos, lo que implica hacerse consciente del consumo individual, primero y colectivo, después. En este sentido nuestro trabajo individual ha de ser constante y remar en el sentido opuesto a la corriente que nos impone la publicidad. Mientras el caudaloso río de los anuncios nos prohibe ser conscientes de lo que consumimos, cómo lo hacemos y sus consecuencias, nosotros debemos detenernos en el lago de la reflexión e intentar decodificar el mensaje que nos están dirigiendo, así como deshacernos de los mecanismos que nos conducen a un consumo inconsciente. Esta tarea debe conducirnos a darnos cuenta de cuántos productos superfluos consumimos y en este sentido, hacernos conscientes de que somos responsables de nuestro consumo, porque la decisión última la tomamos en cada momento que consumimos.


Aunque es la puerta de entrada, consumir menos no es suficiente para hablar de un consumo responsable. También tenemos que saber elegir los productos en base a unos criterios diferentes de los que aplicamos corrientemente, como es la comodidad, o la popularidad de la firma. Los criterios que debemos aplicar tienen que dirigirse hacia un mayor conocimiento del origen del producto y su cadena de distribución hasta llegar a nosotros. Esto permitirá que no mantengamos con nuestro consumo, un modelo injusto que genera cada vez más desigualdades y condiciones de explotación. La relación que existe es clara: con nuestro consumo colaboramos a que existan empresas que siguen una política comercial devastadora para los países del sur, en la medida en que a la búsqueda de un mayor margen de beneficio, imponen unas condiciones de producción indignas.


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