La Cámara de Diputados de la Nación acaba de sancionar la Ley de Bosques aprobada el miércoles pasado por el Senado. Después de 10 años de lucha, por fin logramos salvar los bosques argentinos. Esta victoria es de la gente, es tu victoria. Sin el compromiso del millón y medio de personas que creyeron que aún había esperanzas, nunca lo hubiéramos logrado. Y el logro es enorme. Pudimos quebrar las presiones de los sectores más poderosos del país, como el sojero y el ganadero, que deseaban continuar expandiendo sus negocios de manera destructiva a expensas de nuestro patrimonio natural. Gracias a esta participación y la de más de treinta organizaciones de todo el país, los Senadores tuvieron que tomar en serio nuestro reclamo ambiental y ponerlo, por una vez, por sobre mezquinos intereses económicos carentes de toda intención de desarrollo justo y sustentable. La aprobación de la Ley de Bosques demuestra que producir cambios en favor de nuestro planeta aún es posible y el trabajo no es en vano.
Aún nos queda mucho terreno por recorrer. Las provincias tendrán que hacer un ordenamiento territorial de sus bosques, estudios de impacto ambiental y audiencias públicas antes de poder aprobar un nuevo desmonte, y estaremos ahí para velar por el cumplimiento de la ley. Seguí en contacto con nosotros. La defensa del medio ambiente no se termina y te necesitamos. Muchas gracias por haber hecho de la Ley de Bosques una realidad. Un gran abrazo,
Martín Prieto. Director Ejecutivo. Greenpeace Argentina.
Los Colores de la Vida
Vivo en la selva amazónica, como tú en la gran ciudad.
Tú vas al supermercado y regresas a casa con comida y a veces con una mascota para tu hijo. Yo salgo a la selva a buscar mi comida, que está por todas partes; y a veces regreso a casa con un mono o un papagayo para que juegue con mis hijos.
En los campos, tus hermanos rezan a San Isidro para que no llueva, nosotros a Nunkui, la madre de las plantas cultivadas.
Te he visto sentado junto a tu hijo, enseñándole las cosas de la vida. Yo hago lo mismo, pero muy de mañana, y te aseguro que a mis hijos les encanta oír las historias de mi pueblo.
Y cuando tú vas al mar a bañarte y gozar del sol, yo me voy al ancho río Upano, que para mí es como el mar.
Y cuando te enfermas, el doctor te cura matando los microbios con remedios. En mi pueblo, el schamán los mata con flechas que nadie ve.
O sea, que hacemos lo mismo, pero de manera diferente. Es como si la vida fuera en todas partes la misma, sólo de diferente color. Y por ello, quisiera conocerte más, valorar lo que haces, lo que amas y construyes. Ojalá un día vengas a mi casa, y te sientes en mi banco y me cuentes de ti, hasta que el sol se hunda detrás de las palmeras de mi selva...
Tú vas al supermercado y regresas a casa con comida y a veces con una mascota para tu hijo. Yo salgo a la selva a buscar mi comida, que está por todas partes; y a veces regreso a casa con un mono o un papagayo para que juegue con mis hijos.
En los campos, tus hermanos rezan a San Isidro para que no llueva, nosotros a Nunkui, la madre de las plantas cultivadas.
Te he visto sentado junto a tu hijo, enseñándole las cosas de la vida. Yo hago lo mismo, pero muy de mañana, y te aseguro que a mis hijos les encanta oír las historias de mi pueblo.
Y cuando tú vas al mar a bañarte y gozar del sol, yo me voy al ancho río Upano, que para mí es como el mar.
Y cuando te enfermas, el doctor te cura matando los microbios con remedios. En mi pueblo, el schamán los mata con flechas que nadie ve.
O sea, que hacemos lo mismo, pero de manera diferente. Es como si la vida fuera en todas partes la misma, sólo de diferente color. Y por ello, quisiera conocerte más, valorar lo que haces, lo que amas y construyes. Ojalá un día vengas a mi casa, y te sientes en mi banco y me cuentes de ti, hasta que el sol se hunda detrás de las palmeras de mi selva...
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